Dúo artístico integrado por Eliana Castro y Sebastián Bustingorry en 2019 a partir del encuentro entre Arte y Ciencia. Una mirada en conjunción sobre la observación de la naturaleza en su entorno humano desde los recursos y expresiones de ambas disciplinas en un discurso estético de investigación y experimentación.
Utopía
Eliana Castro Sebastián Bustingorry
Los incendios forestales del mes de marzo de 2021 que impactaron en la Comarca Andina del Paralelo 42 arrasaron con 10.000 hectáreas de bosques junto con el acervo social y cultural tejido durante años. Evento de tal magnitud nos convocó como colectivo artístico que aporta desde la conjunción de miradas una propuesta para reflexionar y elaborar un modo de reinterpretación sobre el terreno tomado por el fuego. En medio de un escenario dramático y devastado, nos sumergimos hipnotizados por la belleza trágica de la naturaleza que parecía desamparada y nos ofrecía una invitación incómoda a transitarla. Nuestra percepción se volvió permeable. La gente, su relato en primera persona, y la cercanía con lo vivencial conmovieron hasta el silencio.
Realizamos una acción, un aporte silencioso que a su vez generaba una dinámica de creación y desarrollo que se extendía en el tiempo, en el poco tiempo disponible. Eran los árboles carbonizados. La percepción de cómo se desplazó el fuego, devenida del relato, llevó a pensar en su movimiento, su velocidad, que marcó espacios diferenciados, dominios con características propias que utilizamos como mapa topográfico.
En ese ambiente dramáticamente natural aparece el lienzo blanco como un umbral, mediación entre el espacio calcinado y un nuevo sentido. El blanco ofrece una pausa en un espacio que es variable, permite pensar en una utopía que responde a la tensión entre dominios. Ofrece la oportunidad de imaginar un nuevo relato, un recorte de tiempo para esperar la transformación.
Intervinimos ese paisaje olvidado de los olores y colores del bosque, de los sonidos vitales de sus habitantes con veintitrés paños de lienzo blanco de medidas variadas, ocupando un lugar, un espacio abstracto donde escribir el futuro, imprimir color.
En la incomodidad está la posibilidad. El bosque se re-crea y tiene margen para una vida nueva. Así, en la utopía y la fuerza misma de la naturaleza asociada a la resiliencia humana, encontramos un espacio de tránsito, un umbral de pervivencia entre dos tiempos, entre dos fases de la materia.
Aún frente a la tristeza de una naturaleza lastimada, podemos esperar después de una crisis un cambio, podemos asistir a la multiplicación de mundos posibles.